miércoles, 5 de noviembre de 2014

PROFECÍA



Inok subió a la plataforma que lo llevaba al patio central, escuchaba a su gente gritar, la algarabía se había vuelto más densa. Al llegar a la superficie, se dio cuenta de que casi todos los miembros de su pueblo se habían embriagado, miró a su alrededor y notó el desorden provocado por la bebida. Danzas, gritos, peleas e incluso abuso hacia las mujeres. Nadie notó que había regresado. Gritó una y otra vez para que lo escuchen pero no logró llamar su atención. Cansado de gritar, usó su bastón y lo disparó hacia el cielo; sin embargo, ésta vez, un sonido estruendoso aplacó a la multitud.  Al darse cuenta de que Inok estaba furioso todos se pusieron de rodillas. Él dio un respiro profundo y habló a la multitud.

-¿Es así como se comportan en un día tan especial? ¿Acaso no sienten vergüenza? Son tan miserables que esa es la razón por la que ellos no se muestran ante ustedes. ¡No son dignos de su presencia! Lo único que conseguirán será que se olviden de nosotros y no nos protejan. Hoy se da inicio a una nueva era, y en nosotros está que sea para bien o para mal. Los Guardianes han despertado para darles la bienvenida a sus hermanos. Debemos respetar sus deseos, debemos honrarlos.

Una de aquellas criaturas se puso de pie y se acercó a Inok, tenía su cabeza cubierta por pelo blanco, su piel arrugada y su torpeza al moverse mostraban que los años habían carcomido su cuerpo. Al verlo el sacerdote lo reconoció, años atrás había sido su mentor, quien le mostró los secretos y conocimientos acerca de los Guardianes. Se paró junto a su antiguo discípulo y levantó sus manos para exclamar.

            -¡La profecía se ha cumplido!

El pueblo se puso de pie y eufóricamente gritó, Inok al entender sus palabras se postró frente al anciano y extendiendo sus brazos le entregó su bastón. El anciano lo tomó y apuntando a la torre más alta hizo uso del arma, la luz alcanzó un cristal que adornaba la torre, entonces ésta se dividió y cientos de destellos se repartieron en diferentes direcciones, se sintió un temblor y en las cuatro esquinas del patio, las mismas que apuntaban a las cuatro direcciones, emergieron obeliscos colosales, sus paredes mostraban símbolos antiguos tallados con una perfección envidiable. El anciano al ver que los monumentos estaban en posición descubrió su pecho, tenía una plancha metálica con piedras de colores igual a la que Inok poseía.

-Estamos listos. La profecía empieza hoy. La paz volverá a nuestras tierras, Los Caídos pagarán por sus atrocidades y los Guardianes serán vengados. Durante años hemos soportado los abusos, los saqueos, los ataques de los Caídos. Pero ha sido suficiente, hoy llegaron nuestros salvadores, tal como lo dijo nuestro padre Laam. En tiempos antiguos lo dijo, en tiempos antiguos nos prometió que vendrían, ¡y ese día es hoy! El tiempo de la maldad ha cesado, nuestro destino toca nuestras puertas, Este día será recordado como el principio de un nuevo mundo.
Hoy el bien se hará sentir sobre el mal. Por eso, ¡hoy hay que celebrar!

Inok miró al anciano, sus palabras contradecían lo que él pensaba, quiso apaciguar a la multitud pero su antiguo maestro los animó a seguir su festejo. Él los miró y comprendió que su gente se lo merecía. Además, no había recibido ninguna orden de Laam. Pensó en qué podrían estar hablando y se dio cuenta que les tomaría mucho tiempo ponerse al día. Su preocupación se tornó alegría y junto a su pueblo celebró la llegada de los nuevos Guardianes mientras el anciano los observaba con atención. El sol empezaba a ocultarse y las sombras de los obeliscos se hacían cada vez más largas, no era la época precisa del año pero estaban diseñadas para que las sombras recorran senderos en el patio, dando un espectáculo impresionante, algo que sólo verdaderos conocedores de astronomía podían llevar a cabo. Al llegar la noche el anciano entró al edificio donde los sacerdotes se reunían, mandó llamar a Inok quien no demoró en encontrarlo. El edificio estaba hecho de bloques inmensos de piedra, tallados sobre ellas se encontraban historias de los Guardianes, desde su llegada, hasta el tiempo de su batalla con los Caídos.

-Inok, acércate.- Dijo el anciano. –Ya es hora, los obeliscos de la profecía están listos. Es momento para decírselo a los Guardianes.
-Pero ellos me pidieron que los deje solos.
-No tenemos tiempo que perder. Si nosotros pudimos ver a los recién llegados, estoy seguro que los Caídos también lo hicieron. No tardarán en llegar. Debes ir y decirle a Laam que debemos estar listos.
-Maestro, ¿en verdad cree que podremos librarnos del mal por fin?
-La profecía se ha cumplido, tal y como fue dicha hace miles de años. ¿La has olvidado Inok?
-Cuando el hombre empiece a olvidar sus raíces, cuando empiece a olvidar de donde proviene, un lucero llegará, en él vendrá el salvador, aquel lleno de luz y esperanza, y con él vendrán los hacedores del bien, quienes los liberarán del mal antes de volver a su hogar en las estrellas. No la he olvidado maestro.
-Entonces ve y cumple con tu parte de la profecía.

Inok salió del edificio y se dirigió a la nave para comunicar lo sucedido a Laam, mientras lo hacía miraba al cielo, tratando de ubicar la estrella que según los antiguos, era el hogar del que provenían los Guardianes. Pero antes de llegar a la entrada las piedras en su pecho empezaron a iluminarse, al ver el orden en que se encendieron corrió hacia la entrada para advertirle a los Guardianes.


CONTINUARÁ…

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